Por Esther Soler y Mª Carmen Rivera
Allá por los años ochenta, entre febrero y marzo, aprovechando la celebración del Día de Andalucía, se dieron encuentro en nuestro centro muchos aficionados al cante flamenco. Cantaores y guitarristas de Barbate, junto a grandes figuras como Rancapino o M.Soto "Sordera", pisaron el escenario que se improvisaba en el salón de actos o en el patio, si el tiempo acompañaba. Fueron siete años, siete noches casi de primavera en las que los pinares amortiguaban el sonido de palmas, guitarras y quejíos del cante jondo. Cada año el espectáculo contaba con mayor número de asistentes: autoridades del ayuntamiento, peñas barbateñas, padres y profesores, pero en especial eran los alumnos los que cada vez iban llenando el aforo: al fin y al cabo era a ellos a quienes se dirigía el evento, a ellos, que constituirían en Barbate una nueva cantera de aficionados al flamenco.
El espectáculo, completamente gratuito, comenzaba a las diez o diez y media de la noche, duraba alrededor de tres horas –más para aquellos espectadores que se quedaban hasta altas horas de la madrugada charlando con los artistas-. Las emisoras de radio locales de Barbate y Vejer retransmitían el espectáculo y antes, durante y después del mismo la gente podía pasarse por la barra y probar alguna tapa. Por aquellos años el ayuntamiento colaboraba con pequeñas subvenciones y el Trafalgar ponía a disposición de los organizadores del evento las infraestructuras del centro y alguna cantidad para sufragar gastos.
Después de esos años las dificultades para celebrar la noche flamenca eran cada vez mayores: cambio de prioridades en los presupuestos y en las actividades culturales y académicas del centro, en definitiva, una iniciativa que en los noventa fue reduciéndose a la organización de espectáculos flamencos con los alumnos del nocturno, hasta que, finalmente, desapareció.
Es posible que hoy en día recuperar esa tradición y retomar la iniciativa de celebrar una noche flamenca en nuestro instituto no tenga mucha aceptación entre nosotros, los alumnos, a pesar de que a muchos les gusta el flamenco, incluso están introduciéndose en el tema gracias al Proyecto Integrado “Flamenco y literatura de transmisión oral”. O tal vez pueda que sí, que sea una buena idea: ha pasado mucho tiempo, la enseñanza ha cambiado, pero el flamenco es una forma de expresión muy vinculada a nuestro pueblo y, en cualquier caso, la convivencia entre profesores, padres y alumnos en torno a un acto cultural es, hoy por hoy, más necesaria que nunca.
No queremos cerrar este texto sin agradecerle a Antonio Casas, profesor de matemáticas de este centro y uno de los responsables de aquellas noches flamencas, que haya desempolvado sus recuerdos y con su charla amena y su buena memoria nos haya ayudado a reconstruir aquellas veladas. Gracias también por cedernos la imagen: Rancapino al cante y Pedro Bacán a la guitarra.
Después de esos años las dificultades para celebrar la noche flamenca eran cada vez mayores: cambio de prioridades en los presupuestos y en las actividades culturales y académicas del centro, en definitiva, una iniciativa que en los noventa fue reduciéndose a la organización de espectáculos flamencos con los alumnos del nocturno, hasta que, finalmente, desapareció.
Es posible que hoy en día recuperar esa tradición y retomar la iniciativa de celebrar una noche flamenca en nuestro instituto no tenga mucha aceptación entre nosotros, los alumnos, a pesar de que a muchos les gusta el flamenco, incluso están introduciéndose en el tema gracias al Proyecto Integrado “Flamenco y literatura de transmisión oral”. O tal vez pueda que sí, que sea una buena idea: ha pasado mucho tiempo, la enseñanza ha cambiado, pero el flamenco es una forma de expresión muy vinculada a nuestro pueblo y, en cualquier caso, la convivencia entre profesores, padres y alumnos en torno a un acto cultural es, hoy por hoy, más necesaria que nunca.
No queremos cerrar este texto sin agradecerle a Antonio Casas, profesor de matemáticas de este centro y uno de los responsables de aquellas noches flamencas, que haya desempolvado sus recuerdos y con su charla amena y su buena memoria nos haya ayudado a reconstruir aquellas veladas. Gracias también por cedernos la imagen: Rancapino al cante y Pedro Bacán a la guitarra.
Música, teatro y cultura hacen falta en nuestro pueblo y desde luego los centros educativos son un buen lugar para promover ese tipo de iniciativas. Ojalá se volviera a esas noches flamencas.
ResponderEliminarMuchas gracias por entrar en la web.Creíamos que este trabajo no iba a tener mucho éxito pero ha sido todo lo contrario.Os animamos a que sigáis escribiendo muchos más comentarios.
ResponderEliminarAlumnas de 2ºbach.